miércoles, 11 de agosto de 2021

De las decisiones, los ratones y las puertecitas

 Mientras termino de leer otra historia, de los cientos de miles que he leído, me rasco un ojo con un dedo y la presión me hace ver luces de colores en el interior de mi párpado mientras el otro ojo desenfoca las letras del teléfono. 

Tan quieta que siento mis pulmones subir y bajar, tan quieta que siento mi corazón palpitante.

-En verdad esto es lo que es mi vida? - me preguntó en el monólogo eterno de uno mismo con sus pensamientos. 

-Si y si no me gusta la puedo cambiar. Es mi vida, son mis decisiones, yo eligo.- dice una parte de mí que siempre existe pero nunca hace eco.

Podría cambiar mi vida si yo quisiera verdad?

Pero que es lo que yo quiero? Es esto lo que quiero?

Todas las cosas por las que me he esforzado y que he obtenido hasta ahora, en realidad son lo que yo quería?

No lo sé.


Soy más como un ratón de laboratorio, encerrado en un laberinto en el que me permiten correr. Un raton al que le abren una puertecita y por ser tan pequeño piensa que el elige pero no. Solo son puertas que se abren y cierran y el instinto de ratón te dice que tenes que correr, que tú abriste esa puerta y que es lo que querías.

Pequeñas partículas de polvo brillan de muchos colores a contra luz frente a mi ojos, y el dolor de una pata me recuerda lo mucho que he corrido en el laberinto y lo cansado que es. Y pienso en todas las puertecitas que se han abierto y cerrado en estos años. En lo cientos de pasos, quesos y rueditas en las que he dado vueltas pensando que eso es lo que quiero cuando en realidad es lo único que puedo alcanzar.

Me preguntó entonces si los de arriba me observan correr y escriben mi número en un cuaderno, pensando que otras puertas me van a abrir, pensando hasta cuándo me dejarán correr por el laberinto, si saben cuándo se acabará el tiempo.


Y cuando el gato toca mi puerta y me pregunta: 

"Que haces en las nochesitas?" Yo respondo que barro mi cuarto y me acuesto a dormir, porque mañana hay que seguir corriendo en el laberinto.


Y aunque soy un raton, sé que en la esquina, nos espera el diablo.

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