lunes, 21 de septiembre de 2015

I used to be beautiful but I never knew it until now

Hay pocas cosas que odie tanto como mi cuerpo. 
Lo recuerdo bastante bien, tenia tal vez 11 años cuando me probé un pantalón que una amiga de mi mamá llego a vender a la casa. Salí de mi cuarto entusiasmada para mostrar como me quedaba. No paso mucho tiempo para que mi mamá lo dijera "Mija, creo que tenes celulitis". 
Y así empezó mi tortura. Me mando al gimnasio y le explicaron a la entrenadora que estaba muy gorda. Tenia 11, media 1.50 y pesaba 110 libras. Hace poco lo busque en una tabla y me di cuenta que aunque esta fuera de rango en cuanto a la edad, no lo estaba en cuanto a mi estatura. Ya no tenia cuerpo de niña, tenia cuerpo de "señorita". Pero para mi mamá, era estar gorda. Mientras tanto con mi hermana, que su peso siempre raya con la desnutrición, era la adoración.
Cuando íbamos a comprar ropa siempre era lo mismo. 
"A mi Anita siempre le queda lo del maniqui" decía mi mamá orgullosa. Conmigo era otra cantaleta, siempre se disculpaba con las señoritas que vendían la ropa. 
"Es que esta algo gordita, pero ya la pusimos a dieta y en gimnasio." decía.
Y aun lo dice.
Cuando leo las cosas que escribía a esa edad, lo único que quería era morirme. Llenaba hojas y hojas sobre lo miserable que me sentía. Mi mamá me dejaba bien claro todas las noches lo mala hija que era por no tener buenas notas, ni ser obediente ni linda, y mi papá me lo reconfirmo el día que se fue. 
No servia, era el ser mas inútil y despreciable de esta tierra. No solo inútil sino encima gorda. 
Me encerraba en el cuarto donde estaba la computadora y lloraba mientras escribía (hay costumbres que nunca se pierden). Con 11 años lo único que pensaba era en el suicidio. Lo único que rondaba mi mente. 
Empece a dejar de verme en el espejo. Empece a compararme con las otras y lo notaba. Me avergonzaba de mis caderas y de mis piernas. Ponía mis manos sobre mi panza porque no era como la de las demás. Huía lejos, ayudada por las historias que escribía e inventaba donde yo era siempre la protagonista del cuento, pero no con este cuerpo asqueroso. No, siempre era "una jovencita esbelta y dulce". Y tenia amigos y cantaba y era feliz. Pero solo en mis historias. Y no siempre en todas. Estaba la otra yo, que describía tanto como podía, como me cortaría las venas. Como mi mamá intentaría llamarme para gritarme y pegarme un poco más, para humillarme un poco más frente a la gente y lo único que iba a encontrar era mi piel pálida y las sabanas rojas de sangre. 

Así continuo toda mi adolescencia diciéndome que estaba gorda, que tenia que hacer algo porque no me veía bien. Mientras tanto mi hermana se enfermaba constantemente de gastritis y nunca llego a pesar mas de 100 libras antes de los 21 años, a pesar de medir mas de 1.55. 
Le tome gusto a mi reflejo en los vidrios de los centros comerciales, ahí no me podía ver la cara y podía ver mi cuerpo sin la exactitud del espejo. Amaba mi reflejo en los vidrios, como avanzaba, como caminaba, como si fuera capaz de todo. Pero era un reflejo sin cara, esa no era yo. Porque yo no era nadie, era gorda e inútil. Yo no, yo nunca haría nada bueno. 

Después de cada pelea con mi mamá, me acostaba llorando y le decía a Dios que tuviera piedad. Aunque ella llegaba y me acariciaba la cabeza y me pedía perdón llorando, todas las palabras venenosas que habían salido de su boca antes corrían en mis venas, y ni todas las lagrimas que ella pudiera derramar la sacarían de mi.

A los 16, media 1.58 y pesaba 130 libras. Lo busque en una tabla y normal. Miro las fotos de esa época y era tan bonita. ¿Como no podía ver que era bonita? ¿Como no podía ver que algunas me envidiaban? No es que fuera una modelo, no, pero era bonita. ¿Porque no lo veía? ¿Porque no me daba cuenta que lo que reflejaba el espejo era lo mismo que reflejaban los vidrios del centro comercial? ¿Que era una persona que podía lograr lo que se propusiera?

Era tarde para mi. Tantos años de oír lo mismo. En mi alma están tatuadas las palabras, INÚTIL y GORDA.
Obviamente había que agregarle años de bullying en el colegio aunque en esa época no existía como tal. Antes era lo normal, no importaba. Tal vez si hubiera vivido en Estados Unidos, hubiera sido de esos locos que matan a todos y después se pegan un tiro. Pero nací aquí, y lo único que podía hacer al respecto era lo que había hecho por años, escribir.

Intente muchas veces cambiar, en serio. Me esforzaba, iba al gimnasio y trataba de no comer. Bajaba 5 libras tal vez y me daba cuenta que no servia de nada. Mi mamá nunca me felicitaba por mi esfuerzo. Aprendí que era lo mismo pesar 130 que 135 porque siempre era gorda. Para esta época empezábamos a pensar que mi hermana tenia anorexia, pero aunque mi mamá decía a todos que "estaba en la lucha por hacerla subir de peso" también seguía siendo "su modelito".

De los 13 a los 22 años pese lo mismo, 130 libras. Pero como para mi, pesar 130 era lo mismo que 135, 135 fue lo mismo que 140, 140 fue lo mismo 145. Y de ahí para los 160 que peso ahora ni me di cuenta. Fue tal vez en los últimos 6 meses.
Ahora que consulto las tablas y veo mas objetivamente los cuerpos de las personas, resulta que pesar 130 libras es normal.  ¿Por que me decían entonces que estaba gorda?
Le pregunte a mi mamá y me dijo: "Porque cuando eras pequeña no eras así, eras delgada."
Mi mamá sigue pensando que si pesara 120 libras mis piernas dejarían de ser como son y seria no se, tal vez como mi hermana, quien después de mucho pelear ha admitido que es anorexica. 

Pero yo ya aprendí, después de 12 años de pensar que era gorda, que nunca lo fui. Que mi cuerpo nunca va a ser delgado como el de mi hermana. Nunca voy a ser una "modelito". Pero eso no significa que me tenga que dar vergüenza mi cuerpo. No quiere decir que no sea bonita. No significa que no puedo usar lo que esta de moda, porque no soy como el maniquí.
Ahora se que no debo justificarme con las vendedoras ni con nadie sobre mi talla, que no debo disculparme por ser como soy.
Es un poco tarde, porque ahora si tengo sobrepeso. Pero es lindo, de alguna manera, verme en un espejo y entender que no es ningún pecado ni delito mi cuerpo por no ser nunca delgado. Poder verme y poco a poco aceptar que soy la misma del reflejo de los vidrios del centro comercial. La misma que lo puede todo hasta bajar de peso, si lo deseo.

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